Es imposible no recordar la llegada a USA al escribir esta receta.
Las lentejas es uno de esos platos que hacemos un vez por semana en nuestra casa. Bien sean rojas (ver receta ya publicada) o las lentejas tradicionales.
Casa Tiz es donde Tiz está, de manera que es muy común que si estoy visitando a uno de mis hijos, o de paseo en algún lugar donde tenga una cocina, sean las lentejas el plato que se me viene a la mente para hacer. Es fácil y rápido. Huele y sabe a casa. Es muy buen alimento y necesita pocas o ninguna guarnición. Se pueden congelar y al volver a calentar quedando iguales o mejores y si sobran, son perfectas para servir igual pero distintas.
Para ir a la receta solo desliza hasta abajo y la encontrarás. Si quieres leer la historia y después llegar a la receta, ve por un café y disfruta la continuación de mi aterrizada en Estados Unidos.
Aprendí a hacer las lentejas por pura necesidad. Como les conté en “por qué historias y recetas“, Nos fuimos a vivir a Estados Unidos a los 8 años de casados. Nosotros soñábamos de alguna manera con esta oportunidad pues nos parecía genial la experiencia de vivir fuera, que los niños y yo aprendiéramos inglés, irnos un par de años y volver.
De ese país yo conocía Miami y Orlando y siempre de vacaciones. Veía programas de televisión que recreaban la vida allí pero en mi vida había soñado con vivir fuera de Colombia. Indianápolis!…No sabía ni ubicar esa ciudad en el mapa. Consideramos la posibilidad de ofrecerle a Juana, nuestra empleada de varios años, la posibilidad de irse con nosotros para que por lo menos nos ayudara un poco al principio. Decidimos no hacerlo e irnos los 5 a vivir como auténticos locales.
Después de largas conversaciones y un montón de papeleo, nos embarcarnos en la aventura de dejar Colombia e irnos con tres bebés, sin ayuda de ningún tipo y yo con muy poca experiencia en la cocina, a vivir en un nuevo país.
Si a Juana y a mi esposo les debo mi carrera, a Indianápolis le debo mucho de lo que soy como persona en mi fase adulta y definitivamente mis habilidades culinarias vienen, a la fuerza y por pura necesidad de sobrevivencia, de allí.
Llegamos a Indy como se conoce esa ciudad. Fuimos muy de buenas. Estuvimos sólo unos días en hotel. Ustedes pensarán que por qué de buenas si estar en hoteles es lo máximo. Pues no lo es cuando uno lo que necesita es empezar la vida, la rutina nueva, agarrar la realidad por los cachos y empezar el proceso de adaptación en su casa, durmiendo en su cama, con los juguetes de los niños y con comida casera…que yo no tenía ni idea de hacer!
Nos instalamos en la casa más bonita que hubiésemos podido imaginar. Al venir de Bogotá en donde todo el mundo vivía en apartamentos o en condominios cerrados de casas como era nuestro caso, llegar a Indianápolis, con barrios de casas al pie de la calle, jardines al frente y atrás, calles amplias y perfectas, aceras impecables, niños jugando en la calle, buses amarillos de colegio pasando a recoger niños que salían solos a esperarlos, cero alumbrado público, ardillas y venados que aparecían en los jardines…nuestra nueva vida parecía un cuento.
Allí estábamos los 5. En una casa hermosa, mediados de Octubre, con nuestros hijos de 4 y 2 años los mayores y un bebé de seis meses. Un marido con un puesto que le exigía viajar muchas semanas al año y yo…que aunque sabía dirigir una casa, mi experiencia de “manos en la masa” era muy precaria, y además…no hablaba inglés. Tremendo panorama.
Mi esposo había vivido en Estados Unidos, de manera que él se encargó de ir al mercado para comprar cosas básicas que nos permitieran sobrevivir los primeros días en la casa.
Las bolsas que trajo del mercado incluían: mantequilla de maní, pan tajado, mermelada, pollo apanado frito ya preparado, bolsas con cosas congeladas listas para hornear o fritar, cajas con una mezcla de pasta y una salsa amarilla que yo en mi vida había visto (Macaroni and Cheese), leche, cajas de cereales, jugo de naranja y ya.
Dónde estaban las bolsas de frijoles, de arroz, de lentejas, las verduras frescas, la carne recién cortada y perfectamente empacada?
No soy de personalidad quejona, y a pesar de que soy muy llorona, es por sensibilidad que lo hago, no por malcriadez. Me considero una persona positiva, valiente, echada para adelante y que se adapta fácil. De manera que agradecí el detalle de esa primera ida al supermercado y tomé las riendas para la próxima visita, pues era de mi de quien iba a depender que nuestra familia se alimentara bien.
Que dolor de cabeza los supermercados gringos! Pueden resultar espectaculares cuando se va de vacaciones y todo es plan y hasta lo maluco sabe bueno. Para mi fueron una pesadilla al comienzo.
El tamaño de estos, sus largos pasillos, la variedad en sus productos, todo en un idioma que yo no conocía. 15 clases de leche (estamos hablando de hace 23 años y yo acostumbrada a leche Colanta o Proleche de Medellín o La Alquería en Bogota), 50 tipos de cereal, 10 tipos de salsa de tomate, nombres de la carne que ni idea, comida de bebé de todo tipo y variedad, de frutas, de verduras, de pasta. Comida para animales tan bien empacada que parecía el mejor caviar del universo y la cual compré aún sin tener mascotas…y al momento de pagar…que si bolsa de papel o de plástico, que si crédito o débito, que si todo bien, que si le llevan al carro, que si le ayudan, que si… QUE NOOOOO!
En mi mente le decía a la señorita de la caja que yo solo quería comprar arepas, quesito, lomito, frijoles para que nos los hiciera Juana, tocino para hacer chicharrón, tabla para hacer carne en polvo, lulos, maracuyas y curubas para hacer jugos frescos. En dónde estaba todo eso? Sólo quería pagar, que me empacara en lo que ella quisiera y ya! No me pregunte más cosas que no entiendo nada!!! Y mientras ella seguía hablando y yo sólo sonreía y decía…OK!
Llegué con la compra. Mi esposo se había quedado con los niños. Entre los dos organizamos todo. Terminé tan cansada, pero más que cansada, llegué tan mentalmente agotada de no entender ni mú, de la manejada, de mirar en el mapa (cero GPS en esa época), de el susto que da manejar en una ciudad desconocida, en donde siempre parece que todo el mundo sabe para donde va menos uno, que decidimos salir a comer fuera. Unas hamburguesas para mi esposo y yo, unos deditos de pollo para los mayores y para mi pobre bebé que estaba acostumbrado a las sopas más ricas y a las compotas más frescas, un frasco que en lugar de recién hecho, estaba recién comprado, de sopa de legumbres y de postre un frasco de compota de fruta.
Calma. el camión con el contenedor que traía nuestras cosas llegaría al otro día. Ya teníamos casa, estábamos todos juntos. Ya la nevera estaba llena de cosas…que yo no sabía hacer.
Llegó la mudanza. Mi esposo iría unas horas a la oficina y llegaría a tiempo para que los dos, que en realidad éramos 5 pues no había ni mamá, ni suegra, ni amiga ni Juana que ayudara con los niños mientras recibíamos todo. Nacía aquí el Equipo Arenas Gallo. <3
En historias anteriores en este blog les decía que “yo no te hablo el inglés pero te lo entiendo” es verdad! Aquí otra prueba. Vi la llegada del camión asomada por la ventana rogando para que mi esposo, que ya me había avisado que estaba en camino pero la oficina quedaba retirada de nuestra casa, apareciera primero que él. Sonó el timbre, fui a abrir con mis tres mejores amigos – mis hijitos- y un señor muy amablemente me saludo. Yo saludé. Me dijo tremendo discurso y yo le sonreí y le dije que OK. Ni idea que me dijo pero OK!. Me entregó una tabla que tenia pegada una cantidad de hojas. Le dí las gracias. Se fue al camión y yo, con el bebé cargado y los otros dos al lado, los miré y les dije: No entendí mucho, pero creo que tenemos que ponerle una seña a los números que ellos nos digan a medida que van entrando cajas…
Pesadilla número dos! Para las personas que se han mudado saben que no es una exageración. Primero se baja un ejercito de esos camiones y tienen que darle una vuelta a la casa entera para saber qué cuarto es que. Yo, de nuevo con los dos mayores detrás y con el bebé cargado, dándo vueltas por la casa con dos desconocidos diciéndoles: eat, sleep girl, sleep boys, sleep me and my husband, study, cook, play…puros monosílabos. Era mi manera que decirles cual cuarto era cual.
Empiezan a entrar las cajas numeradas que están marcadas con el nombre de cada cuarto al que deben ir…pero en Español. Osea que yo tenía que traducir en mi inglés maravilloso cada cuarto y fuera de eso ir marcando el número de la caja en un papel. No podían sobrar ni faltar números “tachados” pues eso queria decir que sobraban o faltaban cajas…
Una escuadra de gente empieza a bajarse de ese camión, cada uno con una caja, yo a la entrada de la casa pareciendo lo más profesional y segura mirando esas cajas, “diciendo” para donde iban, lo que no entendía o no sabía como decir lo mandaba al “garage” y marcando los números de las cajas que iban entrando…pero yo solo sabía contar del 1 al 100 y despacito. A veces se me confundían los 60′ s con los 70’s. Y cúando llegaron a los 100 ahí si dije…esto se fregó!
Pero ni loca iba a reconocer que yo en esa hoja estaba era viendo pasar mi vida y decidiendo en ese mismo momento que iba a aprender inglés lo más rápido posible y que iba a aprender a cocinar pues de ninguna manera mis hijos se iban a alimentar a punta de cosas ya hechas y de comida congelada o que salía casi lista de una caja. Así que entre los números que ellos decían y los OK míos con la mayor sonrisa, con un garaje que ya tenía varias cajas que no le pertenecían, desocuparon buena parte del camión antes de la llegada de mi esposo que sólo se retrasó 15 minutos máximo pero que el desorden ya estaba hecho.
Obviamente cuando él llegó, asumió el mando, no sin antes decirle: tu tranqui en esta hoja no va a coincidir nada. Si cuando terminen de bajar cajas faltan números por tachar, no te preocupes, táchalos que seguro las cajas ya están en el lugar debido…o no! Al final…que importa?
Esas primeras semanas allí las recuerdo con felicidad absoluta. La ignorancia de la novedad. La frescura de la juventud. El romanticismo de estar viviendo en un verdadero cuento de hadas. Era feliz aunque me dolían partes de mi cuerpo que ni sabía que existían. Si, cuando la gente dice que está tan cansada que le duele hasta el pelo…es verdad! Me iba a la cama con molimiento hasta en el pelo por todas las cosas que tenía que hacer. No sólo eso, me acostaba con los cachetes encalambrados pues a falta de inglés, una sonrisa me sacaba de aprietos, pero era feliz!
Ahora si instalados de verdad empezaban las aventuras del Equipo Arenas Gallo en Indianapolis. Y las lentejas jugaron un papel importantísimo en ese proceso. Son las que nos saben a hogar, a familia, a días de nieve, a la mesa llena, nos traerán siempre los mejores recuerdos. Es verdaderamente el plato, junto con el muchacho, el pollo sudado, los frijoles y el arroz blanco, en el que pienso cuando oigo la palabra “comfort food”
En ese entonces les hacía una sopa espesa de lentejas tradicionales (las cafés de siempre), con papita picada en cuadritos pequeños y en el mismo plato les ponía arroz blanco. A veces las hacía con salchichas, choricitos, carne picadita o carne en polvo, todo en el mismo plato para facilitarle a mis hijos que comieran solitos.
Un buen plato de lentejas me dejaba tranquila pues sentía que de verdad estaba alimentando a nuestros hijitos. Un buen plato de lentejas nos deja hoy tranquilos a los cinco. Aquí va, por fin, la receta.
INGREDIENTES
(Para 5 personas)
1 ½ tazas de lentejas
4 tomates rojos
1 cebolla cabezona blanca
1 diente de ajo
Perejil picado (opcional)
1 o 2 bandejas de champiñones de su preferencia (opcional. Mirar abajo en “variaciones de la receta”)
2 cucharadas de aceite vegetal o de su preferencia
2 alitas de pollo (opcional), o un cubito de caldo de gallina o caldo de pollo o vegetales hecho en casa.
Agua para remojar las lentejas
2 papas medianas peladas y picadas en cuadritos (opcional)
Sal y pimienta
PREPARACION
Lavar y dejar remojando las lentejas en agua que las cubra por un par de horas. Las lentejas dejadas en remojo se cocinan más rápidamente.
Pelar y picar los tomates, la cebolla y el ajo.
En una olla, lo suficientemente grande para que quepan todos los ingredientes más el agua o caldo, poner a calentar el aceite y sofreír la cebolla, tomates y ajo. Agregar las alitas de pollo (Si decides hacer las lentejas con el cubo de caldo o con caldo hecho en casa, ignora este paso de las alitas. Sólo uso estas cuando no tengo caldo). Dejar estos ingredientes unos minutos a fuego medio.
Escurrir las lentejas y agregarlas a la mezcla, revolviendo con una cuchara de madera. Agregar el agua (o caldo) hasta cubrir ligeramente los ingredientes. Sal-pimentar y dejar a fuego medio con la olla tapada. Revisar que siempre tengan buena cantidad de agua. Dejarlas hasta que estén blandas, alrededor de 45 minutos. Agregarles la papa picada , revisar el sabor y seguir cocinando hasta que la papa esté blandita. La papa o la yuca (con cualquiera de las dos quedan deliciosas), ayudan a que queden espesas.
La cantidad de agua dependerá del gusto de cada persona. A veces servimos las lentejas como sopa y a veces en un plato pando al lado del arroz. Lo mismo el tiempo de cocción dependerá del tamaño de la olla, su grosor y el fuego de cada estufa.
Al momento de servir retirar las alitas de pollo y acompañar las lentejas con arroz blanco y ensalada. El perejil lo pueden espolvorear encima del plato de lentejas. Queda lindo y delicioso.
VARIACIONES DE LA RECETA
Como les conté al empezar a hablar sobre las lentejas, es un plato que hacemos muchísimo. Inclusive cuando tenemos invitados en casa pues, siguiendo con mi corriente de recetas prácticas, que alimenten, que tengan ingredientes fáciles de conseguir, es un plato excelente para tener listo desde un dia o unas horas antes de servir y así disfrutar de los invitados, tener la cocina arreglada, y todo el desorden recogido y lavado. Inclusive las servimos muchas veces sentados alrededor de la chimenea en las noches frías.
Cuando las hago para invitados a los cuales no les conozco los hábitos alimenticios, evito el caldo de pollo, usando en estas ocasiones caldo de solo vegetales.
Nada me gusta más que aprender de otros y darles todo el crédito.
Empecé a ponerles champiñones a las lentejas desde hace unos años, cuando todavía vivíamos en Estados Unidos y tuve un grupo de amigas entre nuevas y antiguas, a almorzar en mi casa. Era otoño de manera que una sopita de lentejas era la entrada perfecta. Afortunadamente no había usado carnes para hacer la receta pues resultó que una de las invitadas era vegetariana. En medio del almuerzo me contó que le encantaban las lentejas y al intercambiar recetas, me sugirió ponerles champiñones salteados en aceite y ajo. Desde ese entonces acompañamos las lentejas así…sólo que, siguiendo con otra costumbre que tengo, no sólo sigo la recomendación de mi amiga, a la cual recuerdo cada vez que hacemos la receta, sino que le di mi toque personal. A mis champiñones los salteo en un poco de aceite y ajo y cuando están en el punto que me gustan les agrego un media taza de vino blanco, el cual dejo evaporar un poco a fuego alto. A las lentejas les agrego toda la sustancia que sueltan los champiñones. Al momento de servir les pongo perejil cortado finamente y los champiñones.
Me cuentan si las ensayan así! Me encanta que me manden sus mensajes y las fotos de sus platos. Buen apetito!
17 comments
Espectacular la historia y la receta
Gracias Any por leerme y por tus comentarios! Abrazos
Hermosa historia. Deliciosas lentejas.
Gracias Diana!
Totalmente de acuerdo, lentejas y estás tranquila porque tus hijos comieron bien 😊 .
Gracias Tiz por ayudarnos a cocinar fácil, rico como tú no creo pero fácil si!
Gracias Viru! Seguro te estarán quedando deliciosas las recetas. Gracias por leerme. Un abrazo
Claro que las haré y te mandaré foto. Me encanta todo lo que publicas y como escribes. GRACIAS !
Gracias a ti! Un abrazo
Mil gracias x tus historias, me veo en todo lo que leo….. llevo 1 año viviendo en USA y llegué sin saber cocinar nadaaa, no me lo podían creer que yo a mis casi 45 (hace 1 año) no sabia ni hacer arroz blanco, la frustración fue tenaz y el estres ni te cuento. Me pasó igual, no quería alimentar mis hijos con la comida de acá, además mi hijo lloro x 6 meses que extrañaba Cali y que no le gustaba nada de acá, asi que no tuve opción que empezar a aprender. Una metida a la cocina eran 2 o 3 horas para lo más sencillo, mil frustraciones, comidas horribles, purés de lentejas y frijoles, nadie me dijo que todo acá es suprr blando y se cocina muy rápido. Ollas quemadas, nunca había tenido estufa eléctrica y mucho menos de inducción….. mudanza sola 😢 😿 😭 , hijos en el cole que a veces llegaban frustrados, esposo en la oficina todo el tiempo. Casi renuncio…… pero mi esposo estaba feliz con su nuevo puesto, mi hija cada día más contenta, pero mi hijo menor y yo no lo lograbamos. Mi hermano preocupado vino xa navidad y me sacudió y me habló como era, asi que dije o se la meto o se la meto. Tenia.como 4 kilos encima, enojada con mi poca capacidad culinaria, dije me llegó la hora de aprender a estar en mi oficina (la cocina jajaja), tengo que cogerle amor sino no voy a poder. Ya con casa lista casi 6 meses después, me fui a comprar ollas, vajillas, manteles y bueno, aqui estoy. Aprendiendo todavia no logro llegar al sabor de las comidas que me gustaría, mis hijos ya ven una mamá mas tranquila y que se atreve a hacer recetas mas elaboradas, por ejemplo hoy vine a tu pagina a buscar frijoles, pero no vi la receta. Los hice, pero no me quedaron tan bien…… No importa espero llegar a la receta rica y gustosa muy pronto. Otro avance que he tenido es que ya invito personas a mi casa, todavia no les cocino, pero ya atiendo sin angustiarme que no me salga bien. Me desahogue un poco, me encanta leerte y me identificó y me río con tus historias, no pares de hacerlo. Todo te sale maravilloso, te sigo desde Weston Florida.
Hola Carolina!!! Que didiciiiil. Mo sabes como te entiendo. Nadie se imagina por todas las cosas que pasamos las mamás de ejecutivos fuera de Colombia. Me alegra que ya todo esté mejor y tu más tranquila y feliz, irradiando eso a tu familia. Si las mamás no estamos bien, nadie está bien en la casa. Un abrazo y gracias por tu mensaje! este año tengo el propósito de volver al blog con ás juicio. El 2020 fue una locura, una feliz locura…gracias a Dios. Un abrazo
gracias!
Que bueno leerte y además tus recetas
Hola! Que rico que estés disfrutando este trabajo que hago con tanto amor. Mil gracias!
Linda historia y recuerdo verte lidiando con preciosos chiquitines, cómo pasa el tiempo!
Adoro las lentejas y me encanto saber que ponerle papá en cuadros es más común de lo que me imaginaba.
Hola! Claro que fuiste testigo de todo el proceso de nuestra familia en Indy. Muchos recuerdos! Un abrazo y que sigas disfrutando las lentejas que tanto nos gustan. <3
Genial esa historia. Me encanta la manera como narras tu realidad. Tus recuerdos .
Muchas gracias por leerla y dejar tu mensaje!